<

El confinamiento, la incertidumbre económica creada por el coronavirus o el aburrimiento por pasar tanto tiempo encerrados en casa, junto con la proliferación de plataformas que facilitan la inversión directa, sin intermediarios y sin la exigencia de demasiados conocimientos, han creado un caldo de cultivo del que emergen cada vez más casos.

Tiene rasgos equiparables a otras adicciones como la inversión en bolsa o las apuestas online, sólo que ahora las criptomonedas y los criptoactivos son el gancho

Se trata de un fenómeno muy incipiente que tiene rasgos equiparables a cualquier otra adicción comportamental sin sustancia, como la inversión en bolsa, los juegos de azar o las apuestas online, sólo que ahora las criptomonedas y los criptoactivos son el gancho. Ambos se han convertido en el germen de una nueva forma de ludopatía y pocos dudan de que es un problema que irá a más. "En 2005, un 6,3% de los pacientes que tratamos en nuestro centro tenían adicción a invertir en bolsa; en 2021, ese porcentaje fue del 14,1% y ya sumaba los activos digitales, y entre enero y marzo de 2022, la proporción ha sido del 11,5% del total", detalla la doctora Jiménez.

La mayoría son hombres (92,3%), la mayoría están casados o con pareja (45,3%), la mayoría son activos laboralmente (54,5%) y la mayoría sufren también adicción a los juegos de apuestas. La edad media de los pacientes se sitúa en 42,28 años, aunque la doctora y el resto de expertos consultados creen que poco a poco irá bajando porque muchos de los afectados que están llegando ahora a las consultas son más jóvenes.

El gancho virtual

"De dos años hacia acá cada vez se ven más casos en los 24 centros que tenemos repartidos por todo el país", admite Juan Lamas Alonso, director técnico de Fejar (Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados). En su opinión, "la desinformación y la invitación constante de los jóvenes a participar en este tipo de inversiones" sirven de anzuelo para captar la atención y el atrevimiento de los futuros pacientes. "Muchos adolescentes sin formación ni información se lanzan a invertir en esto porque se les presenta como algo fácil y muy asequible, les presentan una forma de vida aspiracional y les dicen que es fácil conseguirla si invierten de una determinada manera y en unos determinados activos que ahora son virtuales", asegura. Ahora bien, advierte de que "la virtualidad y la criptoeconomía son sólo el gancho para una adicción que sigue las mismas pautas que el enganche a otras cosas como los videojuegos, el póker o los juegos de azar".

A la criptoadicción se llega por las redes sociales, por el temor a perder una buena oportunidad o por el famoso FOMO, esto es, el fear of missing out o la ansiedad porque otras personas podrían estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente. Ahora bien, en la criptoadicción se cae por la satisfacción de la gratificación inmediata, porque se considera un mecanismo de escape ante situaciones de estrés o porque la persona afectada piensa que puede ser una salida a sus problemas económicos. "Hay también un elemento muy particular de este tipo de adicción que la diferencia de otras y es el deseo de recuperar las pérdidas monetarias que sufren", apunta Susana Jiménez. Se da también algo que los expertos denominan el "pensamiento mágico", es decir, creer que algún día van a ganar algo grande, como cuando se espera que las máquinas tragaperras se alineen y empiecen a escupir monedas sin fin.

"Es como una fe. Son personas que están convencidas de que saben más que tú, que entienden algo que tú no eres capaz de comprender y que por eso a ti te da miedo mientras que ellos se atreven a invertir", explica Patricia Suárez, presidenta de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin). "Me recuerda a cuando se comercializaban las hipotecas multidivisa y quienes las contrataban te miraban raro cuando les advertías de los riesgos. No entendían que tú no quisieras ese chollo", rememora. Ese chollo aún mantiene en una batalla judicial a cientos de personas para tratar de demostrar que los bancos no les informaron debidamente sobre ese producto complejo; la diferencia en el caso de los criptoactivos es que tienen difícil poder reclamar.

Influencers y regulación

La CNMV aprobó a finales de enero la Circular sobre publicidad de criptoactivos, una norma pionera en Europa con la que pretende poner coto a la publicidad de este tipo de productos. El texto sólo alcanza al aspecto publicitario y en ningún caso regula la inversión en sí, ni los productos, ni sus proveedores ni los servicios proporcionados sobre estos activos. En concreto, permite al supervisor de los mercados controlar las campañas publicitarias masivas de criptoactivos, considerando como tal aquellas que se dirijan a 100.000 personas o más, y establece quedichas campañas deberán ser comunicadas con diez días de antelación a su lanzamiento para recibir la aprobación del supervisor.

Este tipo de perfiles presentan una forma de vida aspiracional y venden que han llegado a ella a través de la inversión en criptos

Estos preceptos también alcanzan a los influencers y youtubers que han proliferado en los últimos años con mensajes y perfiles que presentan la inversión en activos virtuales como algo muy rentable con pocos riesgos, algo que no es cierto ni en el caso de los criptoactivos ni en el caso de ningún otro activo de inversión; todos se ajustan a la máxima de "a mayor rentabilidad, mayor riesgo", y viceversa. "Este tipo de perfiles presentan una forma de vida aspiracional y venden que han llegado a ella a través de la inversión en criptos. Muchos jóvenes y no tan jóvenes siguen sus consejos porque quieren conseguir lo mismo", explica Patricia Suárez.

"Si te gustan estos vídeos en los cuales hablamos sobre cómo poder ganar dinero con criptomonedas y cómo generar ingresos pasivos con criptomonedas, no te olvides de dejarle un like", dice el protagonista del vídeo con el que comenzamos este reportaje.

La presidenta de Asufin valora la regulación puesta en marcha por la CNMV, aunque admite también que es "muy difícil" controlar este mercado. "Es como poner puertas al campo de la digitalización económica. Se está generando un mundo virtual en el que el regulador no puede penetrar", afirma.

Salir de la adicción

Desde que una persona empieza a ser adicta a la inversión hasta que llega a la consulta del especialista pasan, de media, seis años. En la mayoría de los casos es la deuda lo que les lleva al tratamiento. "Las deudas que acumulan son incluso mayores que en el juego online o las apuestas de azar. Se ven atrapados y no saben cómo salir de ese agujero económico en el que se ven sumidos", explica Susana Jiménez.

"Muchos empiezan a invertir de manera profesional y hemos tenido incluso economistas que lo hicieron por trabajo", detalla. Es complicado en estos casos identificar el problema porque, de partida, invertir en bolsa o en cualquier otro activo está bien visto socialmente. Muchos, sin embargo, acaban atrapados en una montaña de microcréditos que les ahoga.

En su entorno se muestran irritables, poco comunicativos, aislados, con ansiedad y falta de autoestima. Tienen también altos niveles de impulsividad, síntomas depresivos y buscan incansablemente lo novedoso. "Son la familia y los amigos quienes se dan cuenta de que hay un problema, porque los afectados no se reconocen a sí mismos como adictos", dice Juan Lamas.

Existe riesgo de suicidio en muchos pacientes y también vínculos con actos violentos. "Se aplica un tratamiento cognitivo-conductual. Se recomienda abstinencia total y se establece una terapia para no repetir ese comportamiento, que consiste en controlar los gastos o destruir las tarjetas de crédito, entre otras cosas", explica el responsable de Fejar. La parte positiva es que en un 70% de los casos los tratamientos tienen resultados positivos.

El confinamiento, la incertidumbre económica creada por el coronavirus o el aburrimiento por pasar tanto tiempo encerrados en casa, junto con la proliferación de plataformas que facilitan la inversión directa, sin intermediarios y sin la exigencia de demasiados conocimientos, han creado un caldo de cultivo del que emergen cada vez más casos.

Tiene rasgos equiparables a otras adicciones como la inversión en bolsa o las apuestas online, sólo que ahora las criptomonedas y los criptoactivos son el gancho

Se trata de un fenómeno muy incipiente que tiene rasgos equiparables a cualquier otra adicción comportamental sin sustancia, como la inversión en bolsa, los juegos de azar o las apuestas online, sólo que ahora las criptomonedas y los criptoactivos son el gancho. Ambos se han convertido en el germen de una nueva forma de ludopatía y pocos dudan de que es un problema que irá a más. "En 2005, un 6,3% de los pacientes que tratamos en nuestro centro tenían adicción a invertir en bolsa; en 2021, ese porcentaje fue del 14,1% y ya sumaba los activos digitales, y entre enero y marzo de 2022, la proporción ha sido del 11,5% del total", detalla la doctora Jiménez.

La mayoría son hombres (92,3%), la mayoría están casados o con pareja (45,3%), la mayoría son activos laboralmente (54,5%) y la mayoría sufren también adicción a los juegos de apuestas. La edad media de los pacientes se sitúa en 42,28 años, aunque la doctora y el resto de expertos consultados creen que poco a poco irá bajando porque muchos de los afectados que están llegando ahora a las consultas son más jóvenes.

El gancho virtual

"De dos años hacia acá cada vez se ven más casos en los 24 centros que tenemos repartidos por todo el país", admite Juan Lamas Alonso, director técnico de Fejar (Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados). En su opinión, "la desinformación y la invitación constante de los jóvenes a participar en este tipo de inversiones" sirven de anzuelo para captar la atención y el atrevimiento de los futuros pacientes. "Muchos adolescentes sin formación ni información se lanzan a invertir en esto porque se les presenta como algo fácil y muy asequible, les presentan una forma de vida aspiracional y les dicen que es fácil conseguirla si invierten de una determinada manera y en unos determinados activos que ahora son virtuales", asegura. Ahora bien, advierte de que "la virtualidad y la criptoeconomía son sólo el gancho para una adicción que sigue las mismas pautas que el enganche a otras cosas como los videojuegos, el póker o los juegos de azar".

A la criptoadicción se llega por las redes sociales, por el temor a perder una buena oportunidad o por el famoso FOMO, esto es, el fear of missing out o la ansiedad porque otras personas podrían estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente. Ahora bien, en la criptoadicción se cae por la satisfacción de la gratificación inmediata, porque se considera un mecanismo de escape ante situaciones de estrés o porque la persona afectada piensa que puede ser una salida a sus problemas económicos. "Hay también un elemento muy particular de este tipo de adicción que la diferencia de otras y es el deseo de recuperar las pérdidas monetarias que sufren", apunta Susana Jiménez. Se da también algo que los expertos denominan el "pensamiento mágico", es decir, creer que algún día van a ganar algo grande, como cuando se espera que las máquinas tragaperras se alineen y empiecen a escupir monedas sin fin.

"Es como una fe. Son personas que están convencidas de que saben más que tú, que entienden algo que tú no eres capaz de comprender y que por eso a ti te da miedo mientras que ellos se atreven a invertir", explica Patricia Suárez, presidenta de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin). "Me recuerda a cuando se comercializaban las hipotecas multidivisa y quienes las contrataban te miraban raro cuando les advertías de los riesgos. No entendían que tú no quisieras ese chollo", rememora. Ese chollo aún mantiene en una batalla judicial a cientos de personas para tratar de demostrar que los bancos no les informaron debidamente sobre ese producto complejo; la diferencia en el caso de los criptoactivos es que tienen difícil poder reclamar.

Influencers y regulación

La CNMV aprobó a finales de enero la Circular sobre publicidad de criptoactivos, una norma pionera en Europa con la que pretende poner coto a la publicidad de este tipo de productos. El texto sólo alcanza al aspecto publicitario y en ningún caso regula la inversión en sí, ni los productos, ni sus proveedores ni los servicios proporcionados sobre estos activos. En concreto, permite al supervisor de los mercados controlar las campañas publicitarias masivas de criptoactivos, considerando como tal aquellas que se dirijan a 100.000 personas o más, y establece quedichas campañas deberán ser comunicadas con diez días de antelación a su lanzamiento para recibir la aprobación del supervisor.

Este tipo de perfiles presentan una forma de vida aspiracional y venden que han llegado a ella a través de la inversión en criptos

Estos preceptos también alcanzan a los influencers y youtubers que han proliferado en los últimos años con mensajes y perfiles que presentan la inversión en activos virtuales como algo muy rentable con pocos riesgos, algo que no es cierto ni en el caso de los criptoactivos ni en el caso de ningún otro activo de inversión; todos se ajustan a la máxima de "a mayor rentabilidad, mayor riesgo", y viceversa. "Este tipo de perfiles presentan una forma de vida aspiracional y venden que han llegado a ella a través de la inversión en criptos. Muchos jóvenes y no tan jóvenes siguen sus consejos porque quieren conseguir lo mismo", explica Patricia Suárez.

"Si te gustan estos vídeos en los cuales hablamos sobre cómo poder ganar dinero con criptomonedas y cómo generar ingresos pasivos con criptomonedas, no te olvides de dejarle un like", dice el protagonista del vídeo con el que comenzamos este reportaje.

La presidenta de Asufin valora la regulación puesta en marcha por la CNMV, aunque admite también que es "muy difícil" controlar este mercado. "Es como poner puertas al campo de la digitalización económica. Se está generando un mundo virtual en el que el regulador no puede penetrar", afirma.

Salir de la adicción

Desde que una persona empieza a ser adicta a la inversión hasta que llega a la consulta del especialista pasan, de media, seis años. En la mayoría de los casos es la deuda lo que les lleva al tratamiento. "Las deudas que acumulan son incluso mayores que en el juego online o las apuestas de azar. Se ven atrapados y no saben cómo salir de ese agujero económico en el que se ven sumidos", explica Susana Jiménez.

"Muchos empiezan a invertir de manera profesional y hemos tenido incluso economistas que lo hicieron por trabajo", detalla. Es complicado en estos casos identificar el problema porque, de partida, invertir en bolsa o en cualquier otro activo está bien visto socialmente. Muchos, sin embargo, acaban atrapados en una montaña de microcréditos que les ahoga.

En su entorno se muestran irritables, poco comunicativos, aislados, con ansiedad y falta de autoestima. Tienen también altos niveles de impulsividad, síntomas depresivos y buscan incansablemente lo novedoso. "Son la familia y los amigos quienes se dan cuenta de que hay un problema, porque los afectados no se reconocen a sí mismos como adictos", dice Juan Lamas.

Existe riesgo de suicidio en muchos pacientes y también vínculos con actos violentos. "Se aplica un tratamiento cognitivo-conductual. Se recomienda abstinencia total y se establece una terapia para no repetir ese comportamiento, que consiste en controlar los gastos o destruir las tarjetas de crédito, entre otras cosas", explica el responsable de Fejar. La parte positiva es que en un 70% de los casos los tratamientos tienen resultados positivos.